“Vaya ironía: vivimos olvidados de la enfermedad del olvido;
y sólo la recordamos cuando empezamos a dejar de recordar. Paradojas del ser
humano: el valor de las cosas no lo da tenerlas, sino perderlas. Y la memoria
es el mayor patrimonio del ser humano.”
21 de septiembre, día mundial del Alzheimer. Hoy, a 29 de
diciembre, me parece un día estupendo para recordarles. Hoy, un día como otro
cualquiera.
Desde hace algunas semanas, paso varias horas del día en una
residencia geriátrica. Hasta ahora, había oído hablar del Alzheimer como de
otras muchas enfermedades, que en mi carrera se estudian. Que cierto es aquello
de que una cosa es la teoría y otra muy distinta la práctica…
Admiro profundamente a sus cuidadores. Familias llenas de
ilusión y paciencia, luchadoras y constantes. Son verdaderos héroes que
acompañan y dan cariño a esa persona, buscando sólo a cambio, un instante de
lucidez. Unos minutos en los que ser reconocidos, y recompensados. Una sonrisa
llena de cariño, una mirada llena de verdad.
Hace unos días, pregunté a una residente a ver si recordaba
en qué año estábamos,
- Pues
fíjate bonita, ahora mismo no lo recuerdo.
- ¿Y en qué época del año?
- Se acerca el otoño, ¿puede ser? Me dijo.
Le contesté, consciente de su
desorientación, que sí, que este año tardaba en llegar el frío.
A los pocos minutos me dijo:
- ¿Sabes lo que más voy a echar en falta estas
Navidades? A mi marido. Todos los años compraba él el turrón, nunca se olvidó
de comprarlo. Y este año…
Este año disfrutarás de tus hijos, nietos y bisnietos, le
dije. Se quedó feliz, y me contó lo grandes que se estaban haciendo todos. Ese
ratito disfrutó.
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