martes, 5 de enero de 2016

El amor mueve montañas

El amor mueve montañas.
Siempre me ha gustado este dicho, lo encuentro acertado, lo mire por donde lo mire.
Sólo los movimientos más bruscos e inesperados de la tierra son capaces de mover una montaña. Sólo cuando escalas hasta lo más alto de ella, eres capaz de querer.
Únicamente, cuando eres capaz de saltar a la pata coja sobre la cima, girar con los ojos cerrados, perdiendo el equilibrio, sin sentir miedo a caer.
No entiendo quien dice quererte cuando apenas te conoce, como tampoco entiendo a quien no se atreve a querer de verdad.
Querer es de valientes. El mundo está hecho para los valientes.
Es una pena. Quizás, enfrente tuyo, compartiendo días de compañía, había alguien a quien podías llegar a querer. Huyes, porque enamorarse significa dejar paso al descontrol, pero no a ese tipo de locura a la que acostumbras.
Significa arriesgarse a ser sincero, confiar e ilusionarse. Es descubrir toda la fuerza, perderte y volverte a encontrar. Hacer girar las manecillas del reloj a doble velocidad, y llenar al otro de promesas. Significa dar rienda suelta a la imaginación y reconocer tu admiración sin vergüenza.
Pero no es fácil, si no eres valiente. Es escoger una opción y rechazar otras muchas.
El amor mueve montañas y el miedo, es capaz de derrumbarlas todas.

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